Llegaste precedido por el prestigio de una mente inteligente y ocultaste astutamente la pobreza de tu espíritu.
Te rompieron tanto, pero tanto. Tanto fue, que debiste armarte como pudiste y te quedó fuera la empatía.
Tú y tantos otros que se ocultan, recompuestos a la fuerza, llenando con indiferencia las grietas que les dejaron.
Quitan y quitan. Secan la tierra de cultivo de los sentimientos.