La libertad puede venir dada por pequeñas cosas, tan pequeñas
que para algunos podrían ser insignificantes. Pero, ¿podemos ser realmente
libres? Crecemos determinados por nuestro entorno, nuestra familia, por quienes conocemos, lo que
vivimos, vemos o leemos día a día. Crecemos y envejecemos pensando de una forma
repetible y común, al menos con alguna de entre las otras miles de millones de
personas que habitan este mundo.
Sin
embargo, la creatividad existe, y es la prueba irrefutable de que la libertad
es posible. La creatividad llevada al campo científico ha traído enfermedades y
curas, procedimientos y milagros de la medicina moderna. La creatividad en la
música nos deleita con hermosas sinfonías que nacen en la mente de una persona
y trascienden al tiempo y al espacio, expandiéndose como ondas invisibles por
todo el universo y por toda la eternidad, alterando las moléculas que se
encuentren en algún momento u otro con ellas. La creatividad hace posible que los artistas plasmen en sus obras plásticas conceptos complejos que son capaces de transmitir una historia, un contexto, una visión de la vida misma. Es la creatividad la que ha permitido al hombre explorar los confines que se encuentran más allá de todo lo imaginable, que lo ha llevado a teorizar sobre el origen y el fin, sobre la existencia y la trascendencia. Es la creatividad la que ha salvado civilizaciones con creaciones, creencias y estrategias.
Quizás no podamos controlar de forma absoluta nuestro raciocinio ni el camino que toma nuestra vida, pero podemos elegir, podemos arriesgarnos y optar por unas vías u otras. Es verdad, estamos parcialmente determinados, pero también podemos auto-determinarnos y elegir, elegir con libertad, con creatividad.
Quizás no podamos controlar de forma absoluta nuestro raciocinio ni el camino que toma nuestra vida, pero podemos elegir, podemos arriesgarnos y optar por unas vías u otras. Es verdad, estamos parcialmente determinados, pero también podemos auto-determinarnos y elegir, elegir con libertad, con creatividad.