martes, 27 de junio de 2017

No es la lluvia, es el sol.

Estaba en el desierto, la luz me cegaba y recordaba que no nacemos con las marcas que llevamos, ellas se van haciendo en el camino, nos la hace el roce de la arena que se levanta en una ráfaga hiriente, y el sol que quema nos ayuda a cambiar las capas que nos cubren. En ocasiones intenté quitarme esas marcas. Recurrí a todo lo que se me presentó e incluso a veces decidí caminar en la dirección que (pensaba) me llevaría a una solución.
He temido mostrar más de lo necesario, he temido exponer mi piel a ese roce hiriente, a ese sol abrazador. Pero también hubo momentos en que decidí arriesgarme, ceder y sorprenderme. Para bien o para mal, los rayos del sol siempre traen cambios, una nueva piel sobre la cual plasmar la historia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario