Habían unas instrucciones por ahí, pero eran sobre cómo amar. Nada decía sobre qué debía hacerse en caso de esta emergencia. Los científicos preocupados por la expansión del universo, por la manipulación de la genética y quien sabe qué otros misterios, y nadie se hace cargo de situaciones como esta. Los intelectuales, por su parte, filosofando sobre la naturaleza humana, sobre el bien y el mal, ninguno se encarga de solucionar el embrollo en que me voy metiendo. Los diplomáticos cruzando fronteras en ingenua búsqueda de la paz, sin saber que mientras no aplaquen esta inminente explosión son fútiles sus convenciones. Los grandes empresarios... bueno qué vamos a decir de ellos, si lo único que les importa es sacar provecho al problema que se me presenta, con toda clase de recomendaciones contradictorias y ninguna solución. Quién va a dar con la respuesta, para entender al corazón y sus locuras, y quién será aquél que logre sincronizarlo con la mente en el presente.
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