lunes, 27 de marzo de 2017

Y por un segundo se detuvo su respiración, algo se encogía por dentro, la sensación del corazón que herido peleaba por seguir andando. La mente que intenta buscar la solución a un problema que quizás no existe. Y recién se da cuenta que una canción de rock de los 80 acompaña como una banda sonora el dolor con que enfrenta la noticia, y que son esas canciones las más tristes que escuchaba en mucho tiempo. Estos días han sido una montaña rusa de emociones. Todo a flor de piel cuando antes la preocupación era que la capacidad de sentir con tanta pasión se esfumara. Sigue pasando la película de lo que nunca será, sigue sonando la canción que no será compartida. Siguen los pensamientos volviéndola loca. Sigue lo que quizás es sólo un producto de la imaginación, el llanto infructuoso, la angustia no correspondida y la maldita incertidumbre que no tiene solución. 

martes, 7 de marzo de 2017

Lo que parece no es, solo parece.

Debo confesar mi problema. Padezco de una adicción. Una adicción a las historias.
No discrimino entre buenas y malas historias, y aunque evidentemente las segundas me aburren al poco empezar, por cortesía o testarudez casi siempre las continúo escuchando. Es que cuando una historia comienza a ser contada considero de una violencia absoluta el dejarla inconclusa. A veces la historia en sí no es lo importante, sino el alivio que siente quien la está contando al dejar salir las ideas que se apelotonaban en su cabeza, dándoles por fin coherencia y más o menos una lógica. En esos casos mi adicción llega a un punto alto en que la gratificación viene dada justamente por el agradecimiento que de una u otra forma me da esa persona tras haberla escuchado.
En el caso de las buenas historias... Bueno, me avergüenza un poco decirlo, pero una buena historia me lleva al punto máximo de excitación. Convengamos en que una buena historia no cae del cielo todos los días. A veces llegan por la sola fortuna, pero las más de las veces hay que salir a buscarlas, estar permanentemente en una disposición abierta al diálogo, hasta con la persona que a simple vista parezca más insignificante para la vida de uno. Se tiene que andar con los ojos bien abiertos y los oídos bien dispuestos. Así es la cosa en estos días, las historias buenas, de esas que dejan algo, son difíciles de encontrar. 

jueves, 2 de marzo de 2017

Fragmentos de tiempo

Fragmentos de tiempo, de una búsqueda que no es tal, pero que no molesta cuando aparece ¿Es buscar sin querer encontrar, prefiriendo idealizar con una imagen sencilla algo que requiere más profundidad? ¿O es sencillamente la continua asincronía en que se mueve el tiempo y las personas a través de él, y que en algún punto debe ser aceptada o bienvenida? Es una lucha constante entre el dejar ser, sacando la mayor ventaja posible del ahora, y el mantenerse en calma, una quietud que nada asegura pero que parece menos dañina. 
Escucho una voz desde el espacio infinito que me llama a mantenerme en lo finito que es mi espacio, que espere con cautela un futuro inesperado pero en algo posible. Crece una luz en mi interior, un calor, un fuego que dice que algo de esperanza queda, pero no puedo evitar preguntar ¿esperanza de qué? Algunos son inmortales y han debido aprender a vivir con ello con esfuerzo y dolor, viendo lo irremediable venir. Pero yo, que no me siento parte de ellos, siento una carga difícil de llevar.