Miraba los fresnos, esos que crecen sin que nadie los plante. Crecían hasta casi tocar el sol, o al menos así parecía desde mi perspectiva -porque siempre cada cosa es distinta dependiendo de la perspectiva desde la que se le mire -.
Pasa que en algunos momentos prefiero mantenerme en lo fantástico, porque lo real es más infame, cruel e inhumano.
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