domingo, 25 de diciembre de 2016

Una semana es un día, y un día son muchas más

El cielo estaba rojo y el ambiente se atenuaba por el humo, haciendo que todo pareciera una fotografía antigua. Había un viento raudo que movía su pelo en la dirección de los autos, cubriéndole parcialmente la cara, pero sin que le impidiera ver o ser vista. Sonaban las cuerdas de una guitarra inigualable que acompañaban el ritmo de su caminata, una canción que volvía del pasado olvidado por una mente que sólo retiene parcialmente lo que había sido su vida..."perdámonos por ahí" decía la canción, y ese era el anhelo que hace rato llevaba a cuestas. 
Ese día vio varias caras deformes de personas que no podían hacer nada al respecto, y sintió compasión y vergüenza por las cosas superficiales que a veces le aquejaban. En cambio, no sintió lo mismo cuando lo vio a él, simulando que todo era igual, que la vida había seguido sin ninguna fractura y que su presencia merecía el mismo trato que el de los demás. 
En ese entonces el instinto no reaccionó, y luego le vino una ola de frío y vacío. Se compuso en breve, pero algo había cambiado en su corazón. Se dio cuenta del valor de algunas cosas y de que la vida no siempre es como la imaginamos, así que decidió ponerse a caminar mientras oscurecía. 
Tal como el cielo se volvía negro, sus pensamientos cada vez se nublaban más. En su interior se debatían el deseo por no pensar en ello y la necesidad de ponerle punto final. Sin querer revivir un dolor que (se) creía superado dejó que nuevamente fuera el viento el que la guiara, que fuera la música la que la consolara y que en su llegada estuviera la calma. 

lunes, 19 de diciembre de 2016

Mi receta de verano

Tomé un pocillo y comencé a mezclar. Mezclaba los líquidos primero, como dictaba la receta, pues es de común conocimiento que los recuerdos, las lágrimas, los besos y la lluvia se deben mezclar primero y de forma separada. De a poco fui agregando lo demás, en el orden preciso y tal como se indicaba. Primero el roce de una mano sobre mi espalda, luego el susurro en el oído, las migajas de valor y finalmente un terrón de cordura. Mezclaba con ahínco para que resultara uniforme, para mirar con orgullo lo que fuera a aparecer...

De ambos lados de una mesa.

Aquellas dos personas se miraron con los ojos de una edad que no sabemos definir. Esa época en que no se es ni joven ni adulto, novato ni experto. Ella no quería revivir las historias del pasado. Hacerlo era darles vida, era darles el poder de seguir afectándole como lo hicieron la primera vez. Pero él preguntaba. Era realmente su deber llegar a la verdad, o al menos a un relato, una historia, que le permitiera darse por satisfecho para conceder el deseo -Sabemos que la manipulación en manos peligrosas puede resultar bastante convincente, y peor, extender su veneno en el tiempo desmoronando todos los esquemas. Pero una verdad no contada tiene casi el mismo efecto-. Ella mantuvo su silencio, en el encierro, implacable en su osadía. Él continuó su camino, sin pensar dos veces en aquel encuentro. 

martes, 6 de diciembre de 2016

Son sólo palabras

Son nuestros ojos que ya no ven el pasado ni el futuro. Todos ciegos después del placer de haber visto los infinitos colores que existen en el universo. Y es que sólo así podremos darnos cuenta de que nada es real, ni las palabras que describen cosas, ni las cosas que son materia eterna que antes fueron otra.  

Te quiero porque te quise

Alguna vez te conocí y tu a mi. Crecimos y compartimos todo aquello que ocurre sólo una vez. No sabría decir si nuestro lazo fue perfecto pero gran parte del tiempo lo parecía, excepto quizás por esos meses de verano en que dejábamos de vernos; tu partías al sur, siempre al sur, y yo nunca tenía muy claro qué haría todo ese tiempo. Pero comenzaba otro ciclo y todo parecía haber quedado donde mismo. No tengo claro tampoco en qué momento nos perdimos, en qué momento tomamos caminos que se fueron alejando cada vez más. En algunas ocasiones nos encontramos y cada una de esas veces yo volví a creer que, tal como cada comienzo de año, las cosas seguirían siendo iguales... tal como las dejamos. Pero pasaba el momento y, con dolor, me daba cuenta de que eso era una ilusión. En fin, nuestros caminos cada vez se alejan más, pero yo te sigo queriendo, porque te quise y eso no cambiará. 

lunes, 5 de diciembre de 2016

Querer cruzar el océano mil veces

Quiero irme de aquí, de esta ciudad, de este país. Si pudiera me llevaría todo lo bueno, toda la compañía sincera, el cariño desbordante, las conversaciones y las risas, los juegos y las caricias. Pero quiero irme de aquí y eso no se puede. Significa estar sola, pero al menos es una soledad auténtica y autoimpuesta.

Lavo mi cara para que las lágrimas en ella no se noten y estando frente al espejo, pero sin mirarme a los ojos, sigo llorando. Llorando por lo que fue y por lo que será, lo primero que se destiñe y se hace confuso, y lo segundo que es incognoscible e infinito.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

La mente juega trucos inesperados

Atrapada en la vigilia, que a ratos parece eterna pero que es realmente tan fugaz, me guío ya no por los ojos, con la absoluta certeza.. ¿certeza de qué?  lo he olvidado ya. Sólo quedan fragmentos de un goce que me llenó de adrenalina, de la energía que necesité para seguir, algo que no fue bello pero sí apasionante de alguna forma. Especial aunque manchado. Había olvidado ya muchas cosas, pero el destino siempre se encarga de poner cada cosa en su lugar y si hoy alguna imagen ha vuelto debo suponer que por algo será. No vale la pena atormentarse con otras interrogantes, no vale la pena porque ya todo pasó, y no me empeñaré en buscar la respuesta a por qué estas imágenes vuelven de vez en cuando a aparecerse perturbando la tan exquisita felicidad. Aprenderé algún día a enfrentarlas con más sabiduría o las olvidaré por fin en algún momento, aunque con ello se vaya también lo bueno, y cada cual seguirá su trayectoria sin rozar siquiera la de las demás. 

lunes, 3 de octubre de 2016

Hagamos como el viento - R

Que importan las nubes si el cuerpo tiene la energía, que importa el viento si los pies son los que guían. Y si es el viento el que nos trae, hagamos caso a la lluvia que nos quita los prejuicios, los miedos, las inseguridades, escuchando el silencio que nos envuelve cuando estamos rodeados de nada pero llenos de todo, de lo bueno y lo que convertiremos en bueno.

sábado, 1 de octubre de 2016

Dejarse llevar..

Girar, besar, reír con los ojos cerrados, como viviendo en una realidad paralela, llena de adrenalina, de libertad, de enajenación. Dejar que los demás me lleven, en un camino sin control, a ratos incluso asfixiante pero nunca llegando a asustarme. Son sólo fragmentos de un momento que no podría saber cuanto duró, pero quedan las sensaciones y algo más.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Aquí se acaba

Lo malo se lo guarda. Esas palabras duras las plasma en algún otro lugar y las guarda como una lección, más para ella que para ti, que no las escucharás (en ninguno de los sentidos posibles) porque llegaste hasta el fondo donde nadie más llega, donde estás sola. No te desea nada, porque ahora eres nada. Que sencillo se vuelve todo de esa forma. Quizás siempre fuiste nada y ella simplemente no lo había notado. Pero el universo es sabio y bendito! Con el tiempo se siente cada vez más afortunada.

No hay vuelta atrás


Caminando por la orilla del camino me encontré con mi consciencia, y en un acto irreflexivo, casi un impulso, la aplasté. En ese mismo instante supe que no había vuelta atrás ¿Qué había hecho? Nada ni nadie podía devolverle la vida a ese pequeño ser, a ese breve ruidito que debía hacerme pensar antes de actuar. Lo hice por temor, pero la verdad es que no había razón para temer. No era sino uno más de entre los infinitos seres de este universo y yo me tomé injustamente la atribución de terminar con su existencia.