jueves, 6 de septiembre de 2018

Pronóstico de primavera

Bajé del bus y, a tan solo unos pasos, pude sentir olor a cigarrillo mezclado con el frescor de los aromos florecidos. Pese a no tener una especial predilección por ninguno de los dos, de manera indescriptible la conjunción me hizo sentir viva e imparable. 
En mi camino esta parte representaba el tramo final; era breve, pero no menos extenuante que lo ya recorrido. 
Sin detenerme, intenté, de forma quizás absurda, inhalar con la máxima capacidad de mis pulmones, a ver si así me quedaba dentro algo de esa sensación. Incluso, por un segundo posé mi mano sobre un arbusto pensando que sus hojas serían contenedoras, en parte, de esa magia. Pero me di cuenta que era imposible arrastarla a cualquier otro lugar fuera de aquella esquina. La esquina en que me había bajado del bus, y en que debía reemprender el camino. 

lunes, 13 de agosto de 2018

No es persona[l]

Llegaste precedido por el prestigio de una mente inteligente y ocultaste astutamente la pobreza de tu espíritu.
Te rompieron tanto, pero tanto. Tanto fue, que debiste armarte como pudiste y te quedó fuera la empatía.
Tú y tantos otros que se ocultan, recompuestos a la fuerza, llenando con indiferencia las grietas que les dejaron.
Quitan y quitan. Secan la tierra de cultivo de los sentimientos.

sábado, 21 de julio de 2018

Fiebre

Advertías con luces rojas el desastre que causarías, pero no quise ver.
La fiebre que causabas era enfermedad. Paradójicamente con fiebre también fue que el cuerpo eliminó tu virus.

sábado, 14 de julio de 2018

La vida de los peces

Cuando en el mundo somos sólo los dos, como peces en una pecera, el tiempo corre distinto, lento y deprisa a la vez. No hay obstáculos, no hay ideas que nos hagan dudar. Nos enredamos poco a poco, aunque sin moderación. Decimos cosas que parecieran venir desde el lugar más íntimo de nuestro ser, y sin embargo más tarde quizás hasta las olvidamos -cuántas conversaciones hoy parecen no haber existido-. Dejamos ver con transparencia y sin temor algo que fuera de ese círculo solemos ocultar. 

Pero el mundo es más grande, muchísimo más grande que una pecera y afuera el tiempo nos persigue, nos alcanza. Afuera de esa pecera el tiempo corre igual para todos. 

lunes, 11 de junio de 2018

Era invierno, era frío.

Habituado al frío refugio su corazón aprendió a volverse piedra. Jugaba de tanto en tanto a ser el maestro y adoptaba un aprendiz dispuesto a poner atención a los detalles y aprehender cada idea que salía de su boca como si fuera un tesoro. 

Mientras subía por el camino vio las marcas que dejaron las hojas caídas por el otoño. Se preguntó si habría sido el viento quien se las llevó a otro lugar, si les dio un camino feliz de danzas y volteretas.  La otra posibilidad era que el vil hombre que solía encontrar a la pasada, ajeno a la belleza de contemplarlas descansando en el suelo, hubiera decidido que eran un estorbo y prefiriera arrasarlas.

Como fuera, recordó que su corazón ahora era de piedra. El aprendiz del momento dejaba poco a poco de llamar su atención y, conforme su frío planteamiento consignaba, lo mejor sería llevarlo hasta la cima del monte y abandonarlo a su suerte. Si había aprendido algo durante el tiempo que lo siguió lograría sobrevivir hasta encontrar ayuda. Si no, pues bien, ese no podía ser su problema.

Era invierno. Él mismo era invierno. 

Olvida(r)

Tienes que olvidar, olvidar lo que nunca existió, lo que fue un sueño, una fantasía. Tienes que pensar en ti. Olvidar las conversaciones cortadas, los días de tan sólo mirarnos, olvida los intentos de llamar mi atención y las excusas burdas para conversar. Olvida, porque es doloroso seguir viviendo en la ilusión que apagó su luz. Tienes que olvidar y así, dejar de esperar. Sé que cuesta, pero tienes que intentar con fuerza. Apóyate en las decisiones tomadas, en los intereses verdaderos. No te dejes llevar por la idea de que vives determinado por otros. Es verdad que estamos rodeados de construcciones, pero puedes mirarlos como estímulos, no como condicionantes. Piensa quién serías hoy sin esos estímulos. O si quieres no pienses, pero sigue intentando olvidar. 

Deja fuera a los astros y las predicciones. Conduce tu vida, dale un sentido que te haga feliz a ti y no necesariamente a quienes demandan tomar tu tiempo para ellos. Y qué si crees ser del mundo y no de un país o ciudad; y qué si no vives pensando en escapar al campo, sino que te refugias en el ruido de la ciudad. Eres un lobo, eres distinto, eres único aun siendo igual a otros en un sentido más básico. Date la oportunidad de crecer por ti mismo y, quién sabe, quizás algún día alcances a ser feliz o al menos a seguir juntando esos momentos que en conjunto lo hacen a uno ser llamado "una persona feliz". No entraremos a preguntarnos si es ese siquiera nuestro destino o la meta que debemos perseguir en la vida; nos bastará por ahora confiar en nuestro instinto y creer que sí, aunque la meta sea la vida misma. 

viernes, 1 de junio de 2018

Ven, baila conmigo

Ven y baila conmigo. Bailemos una canción lenta, no importa cuál.
Sujeta mi cuerpo, me aferraré con fuerza y cariño.

Ven y hagamos con pocos días una vida completa, pretendiendo que el pasado no fue perdido y que el futuro no existe.
Me bastan unos minutos para sentirte conmigo.

Ven y rompe mis esquemas y declaraciones. Me pongo en la posición más vulnerable, supero la resistencia a tomar ese lugar, acallo cualquier instinto de supervivencia. 

Ven, que ya no puedo apartarme de este camino.


jueves, 31 de mayo de 2018

Temores

Extendió su mano con temor pues la corriente fácilmente arrastraría su cuerpo liviano.
¿Y qué tal si el frío del río la volvía hermética? Bien se sabe que, al enfriarse, la materia se compacta adoptando una forma definida y aparentemente imposible de cambiar; se vuelve sólida al tacto y se resiste a deja pasar otros elementos de la forma en que habría hecho en otro estado.
¿Qué tal si tras dar cientos de volteretas y golpearse con las rocas y los troncos que se cruzaban en su camino, se golpeaba también con la sorpresa de haber perdido la capacidad de sentir? Si perdía la fortuna que hasta ahora le había permitido conmoverse, llorar o entusiasmarse ¿valía la pena siquiera lanzarse río abajo?
Y qué pasaría si una vez llegada al mar se descubría miserable.
No quería ser miserable en tristeza, ni ser miserable en el trato a otros (miseria que suele ser consecuencia de la del primer tipo). No quería volverse cínica.
Cuánto temor sentía de que un día le pareciera bien encerrar un ave en una jaula, contemplarla y pensar que eso era la belleza.
Cuánto temor sentía de morir en el desierto abandonada, que la dejaran ahí para hacerse una con el polvo. 

lunes, 21 de mayo de 2018

Meditación

Soñé que bailábamos entre las estrellas. No debía estar soñando y, sin embargo, lo hacía.

Hasta el sol

Miraba los fresnos, esos que crecen sin que nadie los plante. Crecían hasta casi tocar el sol, o al menos así parecía desde mi perspectiva -porque siempre cada cosa es distinta dependiendo de la perspectiva desde la que se le mire -. 
Pasa que en algunos momentos prefiero mantenerme en lo fantástico, porque lo real es más infame, cruel e inhumano. 

lunes, 7 de mayo de 2018

Viajes en el tiempo

¿Qué es el tiempo? Va hacia adelante, o eso al menos creemos - y lo creemos porque es lo que nos han enseñado- ¿Qué pasaría si la fantasía del alterar nuestro destino fuera una realidad? Nos excita soñarlo, pensar que hay una escapatoria o una forma de control, como si pudiéramos mandar en la corriente del río - ese río omnipotente que ha estado en todas partes, y en todas al mismo tiempo-.  

La verdad es que actuamos como una línea recta. En línea nos movemos, nos comunicamos, navegamos y pensamos ¿Es acaso la única forma? Hay para quienes un momento - un beso, una escena, el sabor que sintieron aquella vez- es la cumbre de un instante sagrado; encuentran la elevación en él. Pero la memoria es frágil, se fragmenta y a la larga sólo quedan sensaciones y quizás alguna imagen borrosa, imposible de igualar a lo que sentimos en ese momento ¿Significa la derrota? A mi parecer no. Como línea recta que pretendemos ser, nos componen infinitos puntos. Es justamente nuestra capacidad de evocar aunque sea unos pocos momentos de gloria (alguno de esos puntos que fueron quedando atrás), la que nos salva de ser simplemente arrastrados por la corriente. Como decía, actuamos como una línea recta. No significa que lo seamos. 


domingo, 4 de marzo de 2018

Ejercicios de verano.

Salgo y a mi cuerpo lo cruzan tres corrientes. La primera es muy fría y húmeda; me confunde porque se siente en mis pies y en mis pantorrillas trayendo una frescura desconcertante, que casi llega a molestar. Pero esta es una corriente efímera, sé que acabará pronto y no llegará a dañarme. 

La segunda cruza todo mi tronco y sube hasta la cima de mi cuerpo. Es tibia como una tarde de verano. Me refresca y me da un descanso después de muchas horas de pensar y darle vueltas a ideas absurdas. Quisiera que esta corriente fuera eterna, sin embargo sé que conforme avanza el año se irá, llegaré a olvidarla e incluso seré incapaz de concebirla posible. Así se repetirá el ciclo una y otra vez,  pues es natural, no requiere esfuerzo alguno.

La última es imposible de definir, simplemente está y se sabe distinta a las anteriores. De la tercera corriente no me puedo hacer cargo. Siento su peso sobre mi cabeza, ahí está. Podrá pasar desapercibida para muchos, pero una vez que la detecté me fue imposible ignorarla. Si llegase algún día a entenderla sería afortunada, mas es claro que no todos tienen ese privilegio y no existe una receta o fórmula para dar con la respuesta. 

Que cada cual interprete como quiera a este relato. Para mi es simplemente un ejercicio de lo que pasó una día de marzo. 

domingo, 25 de febrero de 2018

Siguiendo la ruta

Existió un ave que se hacía canción. Se daba frescos baños de rocío cada mañana antes de comenzar su ruta esparciendo música. Ululaba bellas notas a través de las rendijas y se posaba en la memoria frágil de quienes habitaban el lugar.
Permanecía quieta, casi en silencio, cuando quería capturar los matices de alguna conversación. El ave entonces se hacía viento, dispersando con fuerza aquello que rompía la paz entre las personas, restableciendo la unión, la alegría.
Por las tardes el ave se dirigía allí hacia donde estuviera el ocaso. Viendo los colores fundirse en el horizonte el ave se iba haciendo luz; subía hasta lo más alto y desde allí retozaba entre las nubes suaves que la acogían noche a noche.
Desde abajo algunos alzaban la vista en el momento preciso en que el haz de luz cruzaba el cielo y pedían un deseo; el ave entonces se hacía tal y, perdiéndose en la oscuridad del firmamento, descansaba sabiendo que al día siguiente el ciclo continuaría.  

Distancia

La distancia es relativa. Cuando veo un punto al que me gustaría llegar me cuesta reconocer su lejanía, mi mente automáticamente piensa que está cerca, que no parece difícil alcanzarlo. Y si sigo ese impulso, puede que en el camino me de cuenta que realmente no estaba tan cerca como creí, pero suele hacerse más liviano el paso si voy acompañada, y es que la compañía muchas veces acorta las distancias (al menos la bien encaminada, la que no desvía sino que te sigue adonde vas).

La distancia y el camino por recorrer son extremadamente necesarios, pues de otra forma no aprenderíamos. La distancia le da sentido a la vida, y aunque a ratos no la comprendamos, eventualmente veremos las cosas en perspectiva, dimensionando el real peso de cada suceso, valorando cada paso que dimos. 

jueves, 22 de febrero de 2018

Pasado, presente y ...

En medio de la noche desperté a escribir para no olvidar cuando te tuve frente a mi escapando del sol de la tarde. Te tapabas. Aun así me mirabas a los ojos, atrapado en una conversación que fluía natural. En una de las historias ese puede haber sido el día que me condené y no pude sacarte más; en la otra historia ese fue quizás el comienzo de algo que aún no logro entender ¿Acaso vale la pena que intente decidir cuál de las historias quiero? ¿Debo elegir, o siquiera tengo esa posibilidad? ¿Y no está ya dicho todo cuando los días pasan y todas estas historias han quedado atrás?

viernes, 9 de febrero de 2018

Precipicio

A veces la ignorancia hace la felicidad, o una ilusión de ella al menos. Por lo pronto jugamos a apretar los botones que incitan al otro a ponerse en movimiento, pero ya sabemos que al final de este juego ninguno de los dos gana. Cada uno dirá que ganó o que al menos no salió perdiendo, pero qué tal si sólo nos queremos convencer de nuestra autoimpuesta necesidad de ser fuertes.

Los astros dicen que no somos compatibles; la experiencia nos dice otro tanto, y sin embargo, aquí estamos nuevamente, al borde del precipicio sin saber cómo es que llegamos ahí. 

La cobardía que me hace valiente

Algunos se van y se piensa de ellos que son muy valientes y desprendidos. Últimamente cuando pienso en irme, la mayoría de las veces es la falta de esas características lo que mejor me representa. Tiendo a cuestionar mi valentía (aunque muchos dicen que la tengo), tiendo a no dejar ir fácilmente. Es por eso que en mi imaginación el escenario de un viaje es una huida de las cosas que me hartan, de las cosas que me duelen, de la realidad que siendo tan calma me oprime. 

Dicen que escapar es señal de cobardía, pero a veces me entra esa urgente necesidad de ser un poco cobarde, quizás para probarme una vez más que no lo soy, que puedo dejar ir, que puedo vivir conmigo misma con la misma felicidad que a ratos siento viviendo rodeada de quienes conozco.